Ese día después

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Siempre hay unos días del mes que me entra una nostalgia. Y, no son los días de la menstruación. No. Son unos días después que esta acaba. No falla que después de mis 5 días de regla llega ese día que me apesta todo, me preocupa todo y siento que se acabará el mundo. Es como si estuvieras cayendo de un precipicio sin poder llegar al fondo. Es como la caída eterna, el sentimiento de estar contra la espada y la pared; sentirte débil e impotente. Quiero desahogarme con ustedes porque sé que debe haber unas cuantas que se sienten como yo. Amigas, no están solas. No debes sentirte devastada por esto. Al contrario, debes estar orgullosa porque eres normalmente anormal.

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Un jueves cualquiera

El otro día me levanté triste, sin ánimo, sin ganas de trabajar y molesta. Trabajaba de 2 de la tarde a 6 y me decía: “¿enserio voy a ir a trabajar para cuatro horas a mitad del día?” Me vestí, necesitaba el dinero y no me sale mentir. Pasé las cuatro horas como si el tiempo no caminara. Fue lento, lento, lento. Parecía todo como en el limbo, pero sin parar de hacer mis tareas. Aun así, ese día no estaba siendo mi mejor día, ni si quiera uno normal. Cuando llegué a casa le di teta a Tiago, pasaron las horas, llegó el tiempo para dormir y no hice nada interesante. Fue, como muchos dicen, una porquería de día. Entonces llegaron las horas en las que, usualmente, nos quedamos repasando el día, nuestra vida, los logros y fracasos. Ahí es donde analizamos demasiado qué estamos haciendo para ser exitosas.

El ciclo menstrual es diferente para cada una de nosotras. Puede que nos pasen situaciones similares, pero lo más bonito de ser mujer es que somos un mundo aparte cada cual. Sentirte insegura, fea, débil, vulnerable, acabada, oye, te hace real. Gracias a Dios que existen las amigas y el chocolate, la tripleta o la cerveza, o el café y la pizza. You know! Gracias a Dios que somos y punto.

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Tripletas, cervezas y la risa de los recuerdos

La mujer es tan divina y tan jeva. Somos un corillo bien chulo. La sangre que sale de nuestro cuerpo y el sudor que invade nuestra piel debe, cada día, recordarte lo valiosa que eres. Recuérdatelo, esfuérzate, sal de la cama y no seas vaga. Y vuélvetelo a recordar. Eres capaz, eres bella y tienes grandes ovarios; cojones los tienen ellos. Nosotras somos el oxígeno de este mundo tan triste. En la lucha que día a día tenemos con la imposición de pensamientos y reglas es que salen a flote nuestras batallas ganadas, nuestras victorias sudadas y nuestros reinados sangrados. Las amo, coño.

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Los sacrificios preciden la vida llena de color.

Sacando a la Obrera antes de ser Mamita.

Gracias.

– Mamita Obrera

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