Hoy tuve una de las experiencias más significativas como madre lactante.
Mi hermano, Javier, estaba con dos de mis sobrinos en casa de mis papás para que su esposa pudiera tener tiempo para estudiar. No es costumbre que la más pequeña esté lejos de mamá ya que es lactada a tiempo completo. Así que, ya estaba cansada y aunque se tomó toda la leche que papá tenía para ella necesitaba ese ratito de teta para dormir. Reunidos en el balcón sostenía a la pequeña Cascada y estábamos jugando con Tiaguito y mi otro sobrino. Cuando mi hermano me dice: «la nena tiene sueño, si quieres, pégatela». Para ser sincera, por un micro segundo me aterré. Y, aunque ya había pegado a otro bebé que no era mi hijo, nunca lo había hecho con Tiago presente y con una criatura sangre de mi sangre. Después, en cuestión de nada internalicé y decidí que tanto tiempo defendiendo estas prácticas debía ser fiel a mis ideales. Así que, teta afuera y sobrina pegá. Tiago miraba y lo único que se me ocurrió fue invitarlo a que se pegara a la otra. Y así fue. Un momento que recordaré por siempre y que atesoraré. Otra historia que contar cuando estos niños crezcan.
Nuestros cuerpos han sido creados para amar con fuerzas y con todo. Es así como lo veo. Hay que comenzar a perder el miedo del qué dirán, lograr educar a otros sobre la lactancia, sus beneficios y la infinidad de posibilidades con ella en mente. El cuerpo de las mujeres está hecho para brindar alimento convertido en amor.
Aquí tienen el momento capturado para siempre.
Desde los primeros tiempos han existido las nodrizas o madres de leche. Así me sentí. Nuestras abuelas y tías tuvieron nodrizas o fueron nodrizas. Así que, es recoger lo que la historia, por naturaleza, nos ha regalado.
Les dejo un artículo súper interesante sobre las nodrizas.https://apuntesdedemografia.com/2012/11/01/amamantar-hijos-ajenos/
#vivalaTETAcompartida